wtorek, 8 stycznia 2013

El misticismo de un lenguaje visual




La imaginación de Varo salvo en obras como “Hacia la torre” (1960), donde la naturaleza es sombría y predominan los colores oscuros tanto en las edificaciones como en los personajes, el lenguaje visual de Remedios Varo ilumina con su color y su magia la posibilidad de acceder a una realidad más allá de la cotidiana; de transportarse a fantásticos mundos en los cuales los hombres se transmutan en gatos, porque de ellos será el paraíso; las mujeres viajan en extrañas barcas o alimentan con puré de estrellas a la luna o reciben llamadas para ascender a otros planos de la existencia; los juglares hacen malabarismos con la piedra filosofal; las naturalezas muertas resucitan y en las nubes la Jerusalén celestial gira sin detener jamás su movimiento.
Hacia la torre
Para Varo todo es posible. Al hacer uso de la decalcomanía, el fumage y el frotagge —técnicas muy usadas por los pintores surrealistas—, metaforiza el mundo interior y los cambios existenciales, de ahí que en “Gato-hombre” (1943) logre transmutar un ser en otro. Nada la detiene en su búsqueda de nuevas dimensiones metafísicas y espaciales, y para hallar el perfecto equilibrio en “Tránsito en espiral” (1962), los personajes se mueven incansablemente a través de interminables circunvoluciones alrededor de su Jerusalén celestial. Igual sucede en “Naturaleza muerta resucitando” (1963), en la que, al trastocar los conceptos de tiempo, energía y cosmos, se aleja de la racionalidad de las ciencias, penetra en el reino de la metapsíquica y logra insólitos efectos visuales. También en “Paraíso de gatos” (1955), uno de sus más fascinantes cuadros, se vale de su exquisito humor y lo pone al servicio de la imaginación y el color para burlarse de los humanos que andamos tras el paraíso perdido, pues para alcanzarlo tendremos que trasmutarnos en gatos, ya que su edén está sólo reservado para las Cleopatras y los Renés Mermelados que maullarán y jugarán felices por toda la eternidad.
En consecuencia, ante la obra de Remedios Varo hay que admitir que las tonalidades, el movimiento, la alegría, la luz y los enigmas han hecho de su imaginario una expresión de lo maravilloso, por eso en sus autorretratos “La llamada” (1961) y “Exploración de las fuentes del Río Orinoco”(1959), su radiante figura avanza portando el divino elixir o navega en beatífica gracia, pues sabe que definitivamente ha abierto la “puerta de piedra” y revelado los arcanos de la existencia donde, como decía Breton, “solamente lo maravilloso es bello”.

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